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Saldo negativo

Editorial: El año de las selecciones juveniles uruguayas volvió a dejar gusto a poco. Sin figurar en las definiciones de los torneos y con incertidumbre en la proyección de los jugadores.

Con el Conmebol Sub-20 de Lima, se cierra un un período de dos años pleno de torneos internacionales juveniles para Uruguay. El doble sabor de haber estado tan cerca de pasar a semifinales, y de haber perdido de manera tan contundente en el partido clave, deja paso a un breve análisis del trabajo y los números en las juveniles celestes.

El puntapié del ciclo fue con Liga Evolución 2022, año en que se terminaron postergando los Sudamericanos. Esa edición lo tuvo a Uruguay último en la categoría sub-20, sin sumar puntos y con dos goles a favor en cuatro partidos. Era ya, un llamado de atención, al menos. Siempre se apunta a que un proceso tenga como objetivo principal el crecimiento de los jugadores, y que en su posible llegada a la selección mayor, lo haga ya con un modelo de juego asimilado completamente, y está bien. Pero se cae de maduro también, que esos procesos son mejores sin van acompañados de resultados, los que llegan justamente en base a rendimientos alentadores de cara al futuro.

No ha sido esta la situación de los últimos dos años. La Liga Evolución 2023 Zona Sur en Bolivia, Uruguay finalizó tercero en juveniles, con dos triunfos y dos derrotas. Luego vino el Sudamericano Sub-20 en Venezuela con un magro octavo puesto, sobre todo considerando el plantel que se tenía y el nivel que algunos jugadores mostraron poco tiempo después (ejemplo Paroldo, figura de Peñarol campeón esta temporada). La floja performance del año pasado se completó con el décimo puesto de la Sub-17 en el Torneo Sudamericano.

Llegó el 2024, y con la Liga Evolución como primer torneo en el calendario post Eliminatorias, la Sub-20 comenzó la preparación para la competencia en Chile. Allí, con varias caras nuevas que se citaron para observar, Uruguay fue quinto (último) en la categoría, empatando solo un encuentro, ante Paraguay en la fecha de cierre. Un resultado que motivó un replanteo y que extendió la lista de preseleccionados a muchos jugadores. Después de meses de entrenamiento, la celeste viajó a Lima para afrontar una serie compleja, en la que no pudo clasificar a semis, y quedó séptimo en la posición final del certamen.

Antes el Sudamericano Sub-17. La historia no fue distinta, ubicándose Uruguay en un opaco octavo puesto. En definitiva, una realidad que debe preocupar. No solo en el ámbito AUF / Selección, donde también habrá que ver qué no se está haciendo bien, porque las cuestiones de siempre de torneo de pocos clubes, jugadores que se forman tarde y demás cuestiones, también la sufren la mayoría de las federaciones de Conmebol, que incluso no cuentan ni cerca con la cantidad de tiempo de trabajo que últimamente (por suerte) tienen nuestros representativos. En los equipos locales también, claramente, es tiempo de una revisión en las formas para desarrollar jugadores, entre otras cuestiones que en ocasiones se limitan por aspectos económicos, y otras no.

En los 90 y 2000, nuestras selecciones juveniles (incluyo al fútbol de salón) peleaban por un podio en cada torneo continental. La década posterior ya nos bajó a mitad de tabla en el promedio general, aunque alcanzando algún cuarto puesto. En este último tiempo, lo señalado en la nota, hemos deambulado entre el 7° y 10°, y lo que es peor, la mayoría de las veces, mereciéndolo. ¿Qué es lo que sigue?




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