Una década de clásicos sin gente
Las Comisiones de Seguridad no quieren trabajar, los dirigentes tiraron la toalla. Los deportistas que se jodan.
De tan costumbre que se ha hecho, de tantos años sin la fiesta como debería celebrarse, ya parece que nos han sacado las ganas. Parece que ni siquiera nos asombra que sea tan chocante ver los extremos: clásicos en los deportes de donde se generan los problemas, a cancha llena; y los clásicos en donde nunca pasa nada, jugarlos prácticamente a puertas cerradas.
No, claro que no vamos a terminar de entender -porque no hay lógica – que sí puedan dar seguridad en un estadio para 50 mil personas o en un gimnasio para 4mil, y que sea un riesgo que vayan 500 o más al deporte de la familia. Una disciplina que además tiene al duelo entre los grandes, muchísimo más alejado del resto de los partidos como la máxima expresión de la temporada, como lo que podría ser una verdadera fiesta del fútbol sala, donde se visibilice y se difunda con mayor poder aunque sea por un ratito.
Pero bueno, no se puede. Siempre con lista restringida de 25 personas del local (ahora que juegan en sus escenarios) y nada más, salvo alguna excepción en Las Piedras. Seguramente haya un limitante económico para respaldar el operativo de seguridad adecuado, pero más incidencia tiene sin dudas, la falta de voluntad de las comisiones de seguridad de AUF y de los clubes. Total, estos del fútbol sala son cuatro gatos locos, no se van a quejar… no hay repercusión mediática, no pasa nada.
Ni siquiera hemos sido capaces de abrir el número de concurrentes a la gente del ambiente, permitiendo el ingreso con carnet a jugadores, técnicos y dirigentes de todos los clubes, para que puedan ver el partido que todos quieren ver, y que ya hace más de diez años, ilustres desconocidos, no lo permiten.
Tiempos de Scuola Italiana con banderas, gente en ambas tribunas, cánticos, festejos de cara a la gente. Todo lo que vemos seguido en el futsal argentino y decimos qué lejos que estamos. Esas imágenes, de clásicos con público y una efervescencia única, las añoramos y anhelamos todos ¿Volveremos algún día a verlas?
Foto portada: archivo Padre y Decano