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Con escudo propio

Se retiró Miguel Rivas. «El arbitraje me equilibró. Me hizo descubrir una parte de mí que no me daba cuenta que era así», aseguró el Coto.

El corte del campeonato 2020 por la pandemia hizo que su cierre de carrera fuera sin público ni reconocimientos. Veinticinco años consecutivos aferrado al futsal, primero como jugador y luego como árbitro. Se ganó el respeto de todos dentro y fuera de la cancha. Hoy despunta el vicio de pisarla de zurda en torneos seniors mientras sigue levantándose bien temprano a laburar. El Perro Verde se enfrentó ni más ni menos con Miguel Rivas, exjugador y recientemente retirado como juez. Con ustedes: el COTO.

– ¿Cómo se dieron sus inicios en el referato?

Yo empecé en el 2008 a arbitrar. En 2007 hice el curso porque surgió la invitación, y ese año fue que comí banco todo un Clausura y eso me saco las ganas de jugar. Nunca me había pasado. El arbitraje a mí me equilibró mucho. Te da un equilibro mental muy importante. Son decisiones constantes, que las tenés que tomar en décimas de segundos en el futsal, entonces te acostumbrás a pensar bien. Cuando pitás en una decisión, cuando no pitás también es una decisión. A mí me hizo mucho bien y no me sacó del deporte que yo amo.

En el momento que hice el curso necesitaban gente que conozca el deporte, así que caí justito. Los comienzos, sinceramente, no me costaron en absoluto. Le arbitraba a exrivales y excompañeros también. No lo sentí para nada. Al haber jugado no te pesa ningún tipo de partido, al contrario. No sé si eso se nota de afuera. Los que sí notan ese tipo de cosas, cuando un árbitro sabe lo que está haciendo, son los jugadores. En la cortita se dan cuenta enseguida y eso ayudaba a que los partidos transcurran de la mejor manera.

– Eso le iba a preguntar ¿Cuánto le ayudó eso de ser exjugador de la disciplina?

Los primeros partidos que me designan me toca arbitrarle a uno de los grandes. Y un dirigente se me arrima, como yo había jugado muchos años no pasaba desapercibido. Y esta persona me dice qué bien le vas a hacer al futsal, alguien de tu categoría, cómo jugabas… seguramente vas a cuidar a los buenos jugadores. Yo le digo que sí, que lo que iba a cuidar era que se cumplan las reglas de juego. En ese partido me tocó echarlo, je. Nunca más me habló ni me saludó. Quedó para la historia.

– ¿Qué cosas le dejó el arbitraje?

Todas cosas positivas. Todas cosas que suman. Me hizo descubrir una parte de mí que no me daba cuenta que era así. Para ser árbitro te tiene que doler la injusticia, hasta la mínima, sino no podés arbitrar. Justicia deportiva, pero justicia al fin. Tiene que pasar algo adentro tuyo. A nivel colectivo el arbitraje te deja mucha gente muy buena que de otra manera no hubieses logrado conocer y convivir. Es un ambiente y un gremio de mucha dignidad, de mucho amor propio. Eso después vos lo catapultás a tu vida. No es que vayas a andar marcando errores, pero te ordena. A mí me hizo mucho bien ser árbitro. No es que yo era un kamikaze tampoco. Hay gente muy querida, muy respetada. Yo soy un agradecido de haber estado en ese colectivo.

– Recuérdenos un partido redondo, donde salió todo perfecto, y otro donde se quedó insatisfecho. O quizás un debe en su carrera arbitral…

A mí me gustaba todo. Desde un sub-15 hasta un femenino, pasando por un partido eliminatorio de primera. Le ponía todas las ganas y toda la concentración. Al deporte ese yo lo amo. Yo estaba en lo que me gustaba. Siempre lo jugué, pero siendo árbitro también lo disfrutaba. Una vez en Mercedes era partido de vuelta de Play Offs, no recuerdo bien quién jugaba. Al terminar el primer tiempo nos rodeó la gente camino al vestuario, que había que subir una escalera. Era complicado ganar ahí para el que iba, y los árbitros no escapaban de eso. Se puso brava la cosa, ahí había que tener mucha personalidad. Recuerdo que salió espectacular. A Los Abstemios le tocó quedar afuera, tenían un equipazo. No recuerdo sinceramente cuál era el otro. Y después una final sub-20 Malvín-Old Christians en cancha de Malvín, que estaba hecha una bomba. El partido podría haber seguido una hora más y nosotros íbamos a actuar de la misma manera. Los jugadores jugaron con una intensidad… Metían, iban, venían, completo. Me acuerdo que se descompensó el golero del Old y cruzó con la pelota abajo del brazo hasta la otra cancha. Era porque no se sentía bien. El partido siguió y al final lo ganó Malvín. Duró una eternidad pero me acuerdo clarito.

El debe en el arbitraje es lo que sueña todo árbitro, llegar al escudo internacional. No se me dio. Quedó en el debe, pero tampoco podría haber cumplido con la parte internacional. Yo mi trabajo no lo iba a poder dejar. Se me iba a complicar muchísimo, así que por un lado está bien como se dieron las cosas. Y partidos malos, que no sé si llamarlos malos, sino que está el error arbitral que convivimos con eso. Una vez cobro penal, mi compañero en diagonal con mejor visual no lo cobra. En el rebote veo todo el gesto del jugador como que se le mueve la mano: penal! Y mi compañero haciéndome que no con la cabeza. Me le arrimo y me dice: Coto no, le dio en el muslo. Yo decía que se vio clarito. Hasta ahora nos acordamos de que mi compañero estaba malísimo, hoy nos matamos de risa. No pasó nada y eso es porque los jugadores creen en vos. Nadie me dijo nada, por la credibilidad que creas en el ambiente. Te perdonan, y eso es de las cosas lindas que llevo con orgullo.

Modestia aparte nunca se me complicó un partido. Y lograba que el equipo con el cual arbitraba siempre saliera bien parado. Pude haber tenido errores pero nunca influyó en que terminara en problemas. Sabía resolver situaciones e inclusive convivir con el error. No solo en mi desempeño sino que interactuaba con mis compañeros para que el partido salga lo más redondo posible. Siempre en pos del deporte. Impartir justicia, tener cariño al deporte, respetar a los jugadores. Eso no significaba que cuando hubiera que ponerse firme, Miguelito se ponía firme de verdad.

– Antes hubo una carrera como jugador que no muchos conocen. ¿Dónde jugó?

Arranqué en Danubio en 1995, en los comienzos del futsal AUF. De Danubio pasé a Platense Patín Club. Después a Boston River, de ahí a Basañez y después volví a Boston.

– Si tuviera que hacer su partido despedida, ¿A quién designaría como árbitros principales, tercero y crono?

Eso no te lo puedo contestar. Es muy difícil. Tendría que nombrarlos a todos. Cada vez que me cruzo a cualquiera de los árbitros hay un abrazo de por medio

– En el final, ¿qué le dice a los jugadores jóvenes más que nada, que critican bastante en algunos momentos el nivel del arbitraje uruguayo?

El árbitro es el que maneja las reglas de juego, y si te llevás mal con él y te lo ponés en contra, ya sabés lo que va a pasar. No hay vuelta con eso. El jugador inteligente, sea grande o joven, lo sabe eso. Yo de jugador ya tenía una excelente relación con los árbitros. Yo hacía mi juego, me dedicaba a jugar, eso es lo que hay que hacer. El árbitro se puede equivocar. Si vos te enojás te perjudicás a vos mismo. Es parte del deporte.




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