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Todo pasa y todo queda

La resiliencia de Juan Pablo Rafuls: «Muchos creerán que estoy enojado con la vida, pero realmente me sucede todo lo contrario, estoy completamente agradecido».

Desde chico el futsal le abrió las puertas en el arco del Club Social y Deportivo Victoria, su cuna barrial que tantas enseñanzas le dio. Carrera corta pero que lo llevó por varios clubes e incluso una selección juvenil. Retiro tempranero a los 22 y tres años después, una noticia que le cambió la vida, aunque también le dejó y le deja enseñanzas día a día. Juan Pablo Rafuls, peleando el partido más difícil de todos, habla con una tranquilidad y una estatura admirables. Primero de toda esa etapa que lo tuvo en el 40×20 bajo los tres palos. Después, refiriendo a su salud y los momentos que tuvo que atravesar para ser el hombre que es hoy con 26 primaveras sobre sus espaldas.

– Juan, contános un poco ¿cómo arrancó tu historia en este deporte y de qué manera?

Mi vínculo con el futsal comenzó desde muy temprana edad, siendo un niño de cuatro años iba con mi viejo y los veteranos del Barrio al Cilindro Municipal a ver los partidos del Victoria (el club del barrio) en el cual además de iniciarme como jugador de futsal, me formé como persona. Eran épocas duras, saliendo de la crisis del 2002 había muchas falencias desde lo económico pero recuerdo ver con las ganas y compromiso que entrenaban los jugadores de la mayor. Con el respeto que defendían la remera del club del barrio por todo el país. Y esos fueron los años de gloria, definiendo campeonatos, en juveniles siendo campeones invictos durante muchos años seguidos. 

– ¿Qué valores te dejó ese tiempo formando parte de un equipo así, y qué jugadores del club recordás?

Hoy esos años de formación deportiva y organización barrial, también del compromiso que tenía el club con el deporte sigue dando sus frutos, y eso lo podemos ver en la Selección Nacional, donde el Pescado Fernández es un referente consolidado desde hace mucho tiempo siendo aún muy joven. También con jugadores como Mati Menza que siempre está presente en las etapas definitorias del campeonato. Diego Pastoriza sigue aportando desde la experiencia, el Negro Víctor también. Así podría seguir nombrando un montón de jugadores más que salieron del club e hicieron que el nivel del deporte crezca considerablemente. Todo fue muy lindo hasta que aparecieron los mercaderes del deporte y el club no pudo solventar más los gastos desorbitados que se necesitaban para solventar la competencia en AUF. Recuerdo, a modo de anécdota esperar con mucha ansiedad que El Show, ya presente desde esos tiempos en la difusión del deporte, publicara la fecha del fin de semana.

– Después del Victoria, ¿cómo prosiguió tu carrera?

Luego de empezar en el club a los 12 años, entrenando con la sub-15 en el Liceo 26, me fui a Nacional donde disputé todos mis años de sub-17. Luego pasaron aquellos famosos cambios de Nacional-Peñarol. Mi primer año fue en Vramian, un club divino donde conocí al Java, gran trabajador del deporte. En Vramian después de una tremenda campaña donde quedamos a un punto de ser campeones, llega mi primera citación a una selección nacional y fui convocado para disputar el sudamericano 2014 en el Norte de Brasil. Una experiencia muy linda con dos técnicos muy preparados.

Guardo muy buenos recuerdos de ese año, por mi primera vez con la selección y por Vramian, un club muy comprometido en transmitir conocimientos sobre lo sucedido en el genocidio armenio, en fortalecer la colectividad. Unos fenómenos. De Vramian nuevamente a Nacional, jugué un torneo corto nomás, fuimos campeones uruguayos y al año siguiente llegué al mejor lugar donde podía llegar. Mi último año de sub-20 fue en Banco República año, donde nuevamente fui convocado para disputar el sudamericano sub-20 y también citado a un viaje con la selección mayor, donde aprendí un montón del Pescado. Me acuerdo que fue un partido en Minas Gerais contra Brasil, nunca vi en mi vida atajar tanto a un arquero. Sacó más de 25 pelotas, una locura.

La experiencia en Banco República fue hermosa, porque si bien el objetivo siempre era tratar de ganar, el grupo trascendía la cuestión deportiva y se armó un ambiente hermoso. Hoy en día sigo manteniendo vínculos de amistad con varios de los botijas y eso es lo que me pone feliz, que los vínculos perduren en el tiempo. Termine mi estadía en el deporte muy joven, con 22 años recién cumplidos jugando un Apertura en Malvin. Mi alejamiento se da por una cuestión plena de aburrimiento, llegó un momento que tantos años de vínculo con el 40×20 me aburrió. Prioricé estudio, trabajo y otras actividades que me implicaban mucho tiempo de dedicación. Pero uno siempre está chusmeando los resultados, mirando algún partido. El contacto nunca se pierde.

– ¿Y después no te picó el bichito de volver? ¿Qué tan cerca estuviste del deporte?

Una vez que me alejé del futsal, nunca tuve ganas ni intenté volver. Incluso creo que en cuatro años fui tres o cuatro veces a ver un partido de fútbol sala. Tuve un paso muy frustrado por el rugby jeje. Y después me alejé totalmente del deporte de competencia. Hoy en día si me pongo a reflexionar quizás fue la competencia que me aburrió más que el deporte en sí. Al futsal soy un eterno agradecido, porque además de los vínculos de amistad me dejo muchísimos aprendizajes para la vida que hoy en mi etapa de lucha contra el cáncer los aplico de forma cotidiana. El sacrificio del deportista amateur en Uruguay es tremendo, y en los momentos que estuve citado en la selección tuve que sacrificar un montón de cosas por cumplir con el deporte. 

Hoy en día poco avanzamos en lo que refiere a infraestructura, eso hace que los resultados a nivel selección no se den, que clasificar a un mundial sea algo que desde hace más de una década y media miremos de lejos. Y no creo que sea por el nivel de los jugadores porque es muy bueno. De todas formas confío en la gente que hoy en día está con las riendas del deporte a nivel extradeportivo, es gente que conozco y sé de su compromiso. El proyecto deportivo también me parece muy serio ya que el cuerpo técnico de todas las categorías me parece el indicado para agarrar el timón del barco. Cuando los resultados se empiecen a dar, las condiciones van a mejorar notablemente.

Juanpa en Banco, un club donde se sintió muy a gusto.

– Hablaste de tu enfermedad. ¿En qué etapa estás? ¿Cómo venís atravesando todo?

Hoy en día me encuentro en un régimen de quimioterapia mucho más tolerable. El 2021 fue un año muy duro, desde el 15 de enero hasta principios de agosto estuve con el primer régimen de quimioterapia que era muy invasivo, pasaba una semana internado cada 21 días conectado a una «bomba» por donde va la medicación durante y seis horas al día. Esa quimio me devastada pero también sabía que era mi compañera de lucha, así que la veía como una amiga y ponía todo mi empeño en salir de los postquimios lo mejor posible. Luego para atacar directamente a las lesiones tuve 31 sesiones de radioterapia en clínica COR, otro lugar al cual estoy agradecido eternamente, la calidad humana de todos los trabajadores de la clínica es increíble. 

Hoy las lesiones (tumores) de la pelvis que implicaban un riesgo vital están necrosados, es decir, sin actividad. Pero antes de «apagarse» dichas lesiones tuvieron la brillante idea de desparramar algunas células malignas por mi cuerpo, por eso sigo el tratamiento. Muchos creerán que estoy enojado con la vida, pero realmente me sucede todo lo contrario, estoy completamente agradecido. En el camino vi sufrir mucha gente, perdí un gran amigo por un cáncer fulminante, veo a mis padres más viejos producto del sufrimiento de tener un hijo en plena lucha. Pero yo no quiero dejar de agradecerle a la patología todos los aprendizajes que me brindó en este tiempo que llevamos juntos, el cáncer nunca será mi amigo pero el padecerlo me enseñó, y negarlo sería un acto muy deshonesto de mi parte.

El sarcoma de ewing es de tipo crónico, quiere decir que con los controles necesarios superada las captaciones celulares malignas puedo tener una calidad de vida muy buena, que de ocasiones la tengo y la disfruto. El cáncer es duro, pero también está lleno de tabúes y miradas de lastima que al paciente no lo ayudan. Es difícil verse al espejo sin pelo, con la cara hinchada, y los rastros que la enfermedad va dejando en el exterior del cuerpo, pero en definitiva no deja de ser un proceso de aceptación y si uno está bien rodeado, con buena contención dicho proceso se hace mucho más ameno y natural.

– Desde que se supo tu diagnóstico, muchos en el ambiente se preocuparon, y por supuesto quienes te rodean en el día a día. ¿Cómo manejaron el impacto? ¿De qué maneras se han acercado?

Como te contaba la patología que padezco es muy difícil de enfrentarla desde la soledad y si algo tuve en todo este tiempo fue una contención increíble. Desde todo el personal de salud tratante a los cuales los considero mis ángeles guardianes, pasando por mis amigos que me demostraron el verdadero espíritu de la amistad, y mi familia que si de brindar amor y protección se trata dejan todo en la cancha y se entregan por completo. También agradecerte a vos Diego y a la página porque desde el minuto cero me brindaron su ánimo y fuerza.

Hoy en día me encuentro en un proyecto literario que esta en una etapa muy prematura, pero tienen linda pinta y no me quiero olvidar de agradecerle a Viviana quien me guía en esta locura de escribir un libro. En fin, mis agradecimientos más honestos para todos los que alguna vez me mandaron un mensaje, me brindaron sus fuerzas y energías. Como siempre digo la vida son treinta segundos y mientras quede tela por cortar, pues tela cortaremos.

Con su madre, durante una de las etapas más duras del tratamiento.


4 Comentarios

  1. Abel Jota

    Sos parte de nuestra familia y por eso los queremos y te admiramos. Somos conciente del momento que estás pasando y con toda la fe del mundo que lo superarás. Lejos pero siempre juntos apoyando esa hermosa familia. Gran abrazo Jota y flia.

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