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Más que un capitán

Nicolás Ordoqui celebra diez años como jugador de la Primera de Peñarol. Goleador histórico, multicampeón, repasa su trayectoria en el Carbonero y se apronta para los nuevos desafíos.

«La llegada se dio en 2009, en Enero me llamó Aníbal (Roba) para sumarme al plantel de sub-20, y que posiblemente dependiendo de mi nivel, podría llegar a alternar en Primera incluso en una Copa Libertadores». Allí comenzó todo. La aparición en Club Malvín de un jugador destinado a marcar época y que todavía siendo un juvenil ya dio el paso al equipo que no abandonó más. Ordoqui había estado citado al plantel de la Liguilla 2007 cuando Seré dirigía al Playero. En esa ocasión no ingresó a la cancha, pero en 2008 sí, con Chocolondo Nuñez como DT tuvo su debut y «bastantes minutos» en la categoría principal. Luego lo que contó en el inicio, la convocatoria para el club de sus amores y una historia que empezaba a escribirse: «Obviamente siendo hincha ni lo dudé, ya había estado en la preselección sub-20 que termina viajando a Tunja. Jugar en Peñarol, la posibilidad de tener algún minuto en Primera y el seguir aprendiendo y creciendo en el deporte fueron las claves para ni tener que pensar la respuesta».

En 2009 se dio su debut con la casaca mirasol. Fue por Copa Libertadores ante Krona Joinville en Brasil. Peñarol iniciaba una renovación y Ordoqui era parte de ella, aunque con escasa participación: «Era un plantel totalmente joven, que ya para el 2010 en Primera se había armado bien, con algunos jugadores más. Jugué algunos partidos, pero pocos, muy pocos». Con Café Sotelo y Mascota Catardo como figuras, el Carbonero rompió una racha de seis años sin títulos y terminó ganando el Uruguayo esa temporada. Luego sí, era definitivamente el tiempo de Nico en la categoría mayores: «Era un plantel que venía de salir campeón, invicto además. Es distinto ya siendo Primera, porque además yo venía todas las juveniles jugando de lateral y Aníbal decide utilizarme de pivot, viendo la poca marca y para aprovechar más mi juego ofensivo. En el Apertura me costó un poco, no jugué tantos minutos, hice pocos goles. Pero después le fui agarrando el gustito a estar más cerca del arco y para el Clausura terminé siendo titular y siendo goleador del campeonato. Para ser el primer año de mayores y ser campeón con el cuadro que uno es hincha, fue una alegría tremenda».

Llega el 2012 y las bajas de Catardo (Boca Jrs) y Nacho Buggiano (Italia) no eran fáciles de suplir para Peñarol. Sin embargo, ahí el goleador despliega todo su potencial para lograr la tercera corona consecutiva: «Encaramos desarmados de arranque. Un año duro, Nacional tenía un equipazo también. Llegó Víctor Rodríguez que tuvo un año tremendo. Creo que fue el que más se disfrutó por la manera en que se dio y porque era el tricampeonato. Perdiendo la primera final, ganando la segunda y luego ganando en el alargue. En lo personal creo que fue de mis mejores años. Se armó un muy lindo grupo tanto adentro como afuera de la cancha. Ya veníamos juntos desde la Libertadores de Jaraguá (2009), cambió un poco el plantel pero seguíamos en la misma sintonía».

Cuando casi no juegan
«En 2014 no arranca de la mejor manera. Veníamos de perder la final en Colonia con aquellos recordados incidentes. Una multa económica muy importante e incluso una quita de puntos, hizo dudar mucho si Peñarol salía o no salía», recordó el goleador. En ese momento hubo reuniones con los directivos donde los jugadores referentes manifestaron sus ganas de seguir adelante. «Había que dar la cara. Los dirigentes nos escucharon y se hizo un gran esfuerzo por salir en ese momento. Terminamos yendo a una Libertadores medio regalados por el hecho de que si venía algún jugador de refuerzo no podía pedir pase para su club luego si es que Peñarol no jugaba la liga. Era todo una incertidumbre y terminamos yendo con ocho jugadores de cancha y tres goleros. O sea, un plantel de once para afrontar una Copa Libertadores. A pesar de todo dejamos una buena imagen». Ese torneo en Erechim, Brasil, el Carbonero compartió grupo con Intelli y Boca, y le termina ganando a los paraguayos. «Después de eso terminamos de convencer a los dirigentes para que saliera y sobre el final del período de pases llegan Richard, Gaby Debat y Nacho desde Old Christians. Ese fue el punto de quiebre. Arrancamos tres puntos abajo, salimos campeones invictos, solo empatando uno si no me equivoco con Colonia. Se da el recordado clásico del 10-2. Fue un año redondito para nosotros con Roberto (Sauces) como técnico».

Escena repetida. Ordoqui festejando un gol. Ya se acerca a los 500 con su club. Foto: Clau López

En cuanto a ofertas para irse a jugar al exterior, a Ordoqui en más de una oportunidad lo sedujeron. Sin embargo, por una razón u otra siempre terminó eligiendo quedarse en Uruguay: «El primer equipo que se interesó fue Pinocho, cuando fuimos a jugar unos amistosos con la selección previo a la Eliminatoria de Gramado 2012. En aquel momento recién estaba haciendo mis primeras armas en Primera y quería disfrutar un poco más de lo que era Peñarol. Después recibí una cantidad de ofertas de Argentina durante varios años, también me contactaron de Venezuela y hasta para hacerme una prueba en España. Pero bueno, siempre prioricé seguir en Peñarol. Tras conseguir el tricampeonato la idea era seguir haciendo historia. También lo laboral siempre pesó un poco a la hora de decidir. Disfruté y sigo disfrutando de jugar en Peñarol y no me arrepiento para nada haberme quedado». Eso lo convierte a Nico en una especie casi única, ya que lleva diez años consecutivos en la Primera División jugando por el mismo club. Algo que en el futsal uruguayo es prácticamente imposible de encontrar.

Llegó la cinta
«Eso fue en 2014. Junto con Alexis Otero y Facundo Silveira, que era los que estábamos de más tiempo, fuimos un poco los abanderados de pelear para que Peñarol siguiera. Y bueno, se terminó más que nada por eso y con la llegada de Roberto también. Siendo hincha es una alegría grande y una responsabilidad linda de llevar, que se disfruta año a año y esperemos que siga siendo así». Sin embargo, después de esa formidable temporada, los Aurinegros caen en años opacos, donde ni siquiera llegan a las finales del campeonato y entran en una racha claramente negativa ante su tradicional rival. Hubo que esperar hasta 2019 para que la historia cambiara. Llega Gustavo Sánchez a la dirección técnica y vuelven al sitial más alto. Así lo relató Ordoqui: «Tuvimos una primera rueda de campeonato creo que buena pero no excelente, y perdimos el primer clásico del año. Luego llegan los venezolanos y le dan sin dudas el salto de calidad. Creo que igual para la segunda rueda levantamos todos el nivel, creyendo, trabajando y confiando en que se nos podía dar. Teníamos todas las armas para sacarlo».

Nico calificó de «brillante» ese segundo tramo de la temporada 2019 y agregó: «En los Play Offs estuvimos diez puntos. Ganamos todos los partidos por algunos goles de diferencia, incluso la final. Y habiendo muy buenos equipos. A nosotros nos tocó Malvín, Río Branco, Nacional, pero estaban todos muy parejos. Lo único que nos quedó en el debe fue jugar la Copa enseguida, en 2020 como estaba planificada, porque veníamos muy bien». La Libertadores a la que se refiere el capitán Aurinegro estaba prevista para Mayo del año pasado, y debido a la pandemia se postergó y ahora asoma como el próximo desafío dentro de un mes.

No son solo números…
A los 30 años la estadística de Ordoqui es brutal. Entre torneos AUF y Libertadores son 472 los goles que acumula. Sin computar unos cincuenta tantos mas que convirtió con los Mirasoles en torneos amistosos internacionales en Brasil, Argentina y Paraguay: «Ser el goleador es una alegría inmensa, es una manera de reconocer lo que uno ha hecho todos estos años por Peñarol que sin duda es un merito de todos los compañeros que he tenido a lo largo de estos años. Sin ellos no hubiera sido posible». ¿Qué queda entonces para este jugador símbolo de acá en adelante? Cinco veces campeón uruguayo, otras tantas veces artillero de la liga local y una carrera que tiene ganas de seguir escribiéndose en letras de oro y carbón: «yyy… esperamos poder jugar muchos años más en Peñarol. Veremos cuantos años más me dé. Es un deporte que año a año se vuelve más físico y se siente. Sería hermoso poder terminar en Peñarol».

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