La amenaza invisible

Jugadoras de futsal que son presionadas por gente del fútbol once para que no sigan en la disciplina. Un problema de larga data que se acentúa cada vez más.

No es algo nuevo. Desde siempre se supo de entrenadores/as del fútbol campo que prohibían a sus jugadoras, o al menos lo intentaban, a que prueben sus cualidades en el 40×20 de parquet. Desde hace un tiempo y con esta pseudoprofesionalización del fútbol femenino, aparecen ocasionalmente personajes que no permiten a las chicas participar también en el sala. Escudados en mejora de condiciones y bla bla bla, hay equipos que directamente bajan el mensaje negativo para con la “doble actividad”, y no nos referimos a los que tienen ambas disciplinas en el club. No solo la ignorancia de no comprender lo importante que puede ser el futsal para el desarrollo de jugadoras jóvenes en intensidad, técnica, toma de decisiones y un montón de cosas más, sino el tupé de exigir desde un pedestal que solo se dediquen (por capricho) a su pastito sagrado.

Varios son los casos donde también se hace el trabajo de desgaste, esa amenaza invisible que atenta contra la psicología de la jugadora. El profe, el entrenador de arqueros, la ayudante, que en la cortita van “comiendo cabeza” con métodos que en vez de tender a desaparecer, siguen vigentes. “No te van a tener en cuenta”, “al técnico no le gusta”, o el torpe “mirá si te lesionás”, cuando está más que comprobado que la mayoría de los casos de jugadoras que sufren lesiones graves o de cierta entidad son en el fútbol campo, debido al pésimo estado de muchas canchas. Todo un tema que el futsal tendría que abordar en conjunto y con apoyo de las autoridades para que no siga pasando. No solo por lo injusto, sino porque la disciplina está en un momento clave para el desarrollo de la rama. Hay una sangría enorme que queda entre las jugadoras +30 que han dominado el medio en los últimos tiempos, y las pibas sub-23 que vienen asomando, y a las que muchas veces le hacen la vida imposible por estos asuntos. Hay que poner el ojo si queremos que el desarrollo continúe.