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Cada vez más lejos

Un nuevo golpe de realidad recibió Uruguay en las Eliminatorias Sudamericanas y las razones de la eliminación parecen ampliarse en vez de reducirse.


La no clasificación al Mundial de Lituania 2020, algo que parecía posible dado el proceso de trabajo que llevó a cabo la selección uruguaya y el escenario que presentó el sorteo y el fixture, finalmente se nos escabulló de las manos alejando a la Celeste de la máxima cita por tercera ocasión consecutiva. Desde el 2008 no vamos (Mundial de Brasil), pero sin herir susceptibilidades, tenemos que tener la grandeza de recordar que aquella vez cuando lo organizamos en Mercedes y Canelones, no hubo sorteo y nos metimos en la misma serie con Brasil, Ecuador y Chile (pasaban dos por ese grupo). La única Copa o Eliminatoria que en lugar de dos grupos de cinco hubo uno de cuatro y dos de tres. ¿Porqué mencionar esto? Es que si omitimos esa clasificación lograda en nuestro país, si seguimos yendo para atrás en el tiempo nos encontramos en que recién en el 2000 (¡veinte años!) logramos el pasaje para el Mundial. O sea, casi en los albores de esta disciplina a un nivel de competencia fuerte, cuando ya FIFA había logrado su cometido de impulsar la disciplina por el planeta. De aquí varias preguntas surgen entonces: ¿realmente tenemos el nivel que creemos como para ilusionarnos siempre con la clasificación? ¿Porque nos lo ponemos casi como una obligación y en base a qué? ¿Qué ha hecho la AUF y sus clubes con el futsal durante estas dos décadas para que la ilusión mundialista no sea una utopía? Y por sobre todo, ¿qué han hecho los otros para, en mayor o menor medida crecer y no quedarse estancados en un montón de aspectos?

Lo de Carlos Barbosa fue un golpe de realidad nuevamente para el futsal uruguayo. No era imposible, para nada. Si vamos a los números fríos resultó tal cual todos – incluso cuerpo técnico y jugadores – pensábamos. El partido era con Venezuela. Y ese partido Uruguay lo jugó mejor hasta los 10’ del segundo tiempo, con más chances de gol a su favor y con fallos en contra que si llegan a ser en el fútbol profesional estamos meses hablando. Pero bien, el trámite del cotejo se fue inclinando para los venezolanos y terminaron imponiéndose con autoridad 5-1. En el resto de los juegos de la serie tampoco se consiguió más de lo que la lógica marcaba. Derrota clara con Argentina, que hoy en día está dos escalones arriba; y dos triunfos con sufrimiento ante Bolivia y Chile. Luego el partido ante Colombia, afrontado con bajas de plantel y un estado anímico menos diez, algo que tendríamos que rever los uruguayos en el deporte en general. Sigue siendo un partido oficial por Eliminatorias y en el que dejamos la última imagen del torneo. Colombia también estaba con ganas de irse para su casa pronto, pero lo afrontó como se debe y se impuso 4-0.

Y si nos metemos un poco en el juego en sí, Uruguay creemos, no estuvo cerca de sus posibilidades, ni como colectivo ni es sus individualidades. Sabíamos de antemano que para llegar a Lituania teníamos que hacer partidos casi redondos para nuestro potencial y la expresión futbolística del equipo no rayó a la altura necesaria salvo por pasajes. Ataídes, Custodio, Sosa hasta que estuvo en condiciones, y poco más en el destaque a realizar. Un equipo que, tal cual lo mencionó el técnico D’Alessandro en conferencia, no pudo concretar su mejor elaboración de juego, lo que conspiró aún más con las dificultades históricas que tiene Uruguay para anotar en estas instancias. Más aún en las transiciones, cada vez más difíciles de llevar a cabo con éxito a este nivel pero que siguen siendo resultantes de más del 60% de los goles en general. Bueno, a nuestra selección le costó bastante ser un conjunto rápido y vertical cuando la ocasión se presentaba, y en las que logró llegar a zona de finalización, casi siempre se decidió mal. Y acá entramos en otro tema: los jugadores.

Nadie duda que contamos con buenos o muy buenos jugadores. Y que cuando van al exterior crecen a un nivel que nuestra liga no les puede ofrecer. Pero hasta qué punto da para pensar o exigir que TENEMOS que ir a un Mundial. Quedó claro una vez más que al menos cinco países hoy en día –los que salieron ubicados arriba nuestro- tienen mejor calidad de jugadores hace varias generaciones. Y si vemos ejemplos como Chile, que no tiene formativas en su torneo local y que los busca de los lugares menos pensados, también encontramos que dentro de su escala, el jugador se desarrolla de otra manera en el mediano plazo y a pesar de varios déficits que puedan tener, logran ser competitivos. Algo parecido a Venezuela ya hablando del tema preparación y ciclos de trabajo. La Vinotinto se juntó quince días antes de la Eliminatoria. Con todo el problema social y económico que conocemos del país hermano, que hasta hizo suspender la Liga Nacional el último tiempo. Sin embargo, nada de eso afectó a su camino a la clasificación. Uruguay, realizando una planificación y un trabajo de varios meses, con amistosos, apoyo de AUF como nunca antes y un cuerpo técnico estable y capacitado, no logró el objetivo añorado. Será entonces que quizás habrá que ir a las bases y replantearnos casi todo de cero. ¿Qué tipo de jugador formamos? ¿Qué le exigimos a los clubes y para qué? ¿Los recursos que AUF brinda son suficientes o están mal utilizados? ¿Quiénes se hacen cargo de las formativas de nuestros equipos? En fin, una cantidad grande de interrogantes que ud amiga/amigo lector también se las hará.

Vendrá un tiempo de renovación (no sabemos si de DT, eso quedará en manos de la Asociación y del propio D’Alessandro), pero sin dudas que hay que darse un chapuzón fresco en un montón de cosas para empezar a cambiar la cabeza. No vamos a pedir desde aquí, como algunos lo piensan y están en su derecho, la necesidad de estar todos juntos. En determinadas cosas sí, en otras no es necesario. En todos los países, en su ambiente interno hay diferencias enormes. Con no interferir en el trabajo de AUF y selección, si es que es honesto y valioso, ya vamos bien. Podrían amigarse todos los actores de la disciplina y generar un ambiente fraternal que no asegura la clasificación. La cosa va por otro lado, cuestiones deportivas, conocimientos, capacidad, y por supuesto, la platita. Parece un chiste que solo tres clubes del fútbol profesional de AUF vayan a jugar el torneo local en 2020. Cuatro si le sumamos a Rampla en femenino. Por último, no podemos dejar pasar la ausencia de Catardo y Palleiro. El primero, el mejor jugador de los últimos 10 años por escándalo. Gaby un gran líbero que la Eliminatoria pasada había rendido y mucho, y que sigue siendo uno de los jugadores primera línea del medio. Si además de todo lo mencionado antes, nos damos el lujo de no contar con dos “Top10” de Uruguay (sea por la razón que sea), difícilmente esta historia hubiera terminado de otra manera.

Por Luis Silva

Foto: Ja Va

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