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«La Selección es un debe que me quedó. Siempre fueron citaciones aisladas», afirmó Sergio Chacón. En el Perro Verde clásico repasamos la carrera del uruguayo que hoy vive en Barcelona y retomó su vínculo con la disciplina, no solo jugando sino también dirigiendo.

Cuando todavía no se podían filmar los goles y subirlos al toque a las redes, cuando el MSN llegaba como la gran novedad para conectarnos a distancia, cuando la liga tenía catorce equipos de nivel y todos jugaban en las tres categorías, se dio una aparición fulgurante en el futsal uruguayo allá por 2004 en el equipo Sangre y Luto. Nominado tres años consecutivos al Premio Charrúa (lo ganó en 2005), más adelante fue campeón con los dos grandes y también defendió a Malvín durante cinco temporadas. Hombre querido en el ambiente, la actualidad lo encuentra en Barcelona, donde hace dos años lo llevaron los caminos de la vida. Nuestro Perro Verde lo cruzó en los pasillos virtuales y dialogó con él. Sobre su trayectoria y su presente en España, habló el “Negro” Sergio Chacón.

– ¿Dónde se encuentra hoy por hoy y cuáles son sus actividades?

Estoy jugando en el Casteldefells, que es un equipo de la Segunda División catalana. También estoy entrenando al Casteldefells B, que es como la filial, que juega en la Tercera de Cataluña. Además estoy dirigiendo a una categoría de formación. Pre-benjamines, que son niños de 6 años, que recién están iniciando en el fútbol sala.

– ¿En qué año emigró a España y cómo se dio su inserción en el club?

Yo me vine en setiembre del 2020 a probar suerte con mi familia. Fue como una nueva aventura. Lo primero que uno hace es, sabiendo que había varios clubes de fútbol sala en la vuelta, averiguar dónde podía jugar, pero no de manera oficial sino como un pasatiempo. Vine, entrené, conocí a Ari (bicampeón del mundo con Brasil) que vive cerca de casa y es el coordinador del Casteldefells. Me consiguió para ir a probar y se dio la oportunidad de volver a vincularme al deporte.

La idea es seguir vinculado al club, desde lo futbolístico un año más por lo menos. Sobre todo para el año que viene, que regresan unos cuantos chicos que fueron a probar suerte a equipos de mayor nivel. Que el proyecto sea más ambicioso. Y seguir formando jugadores. El club es el más grande acá en la zona. Tiene 32 categorías entre todas las masculinas y femeninas. Tiene 29 compitiendo de manera oficial. Hay mucha proyección. Sería lindo, culminada la etapa de jugador, seguir vinculado al deporte de la manera que se pueda estar.

Se me dio también la posibilidad de hacer el curso. La parte teórica ya la tengo aprobada, hay que rendir el examen práctico. Por el Covid está postergado eso. Se sabe que acá en España el nivel de profesionalización está unos escalones más arriba que Sudamérica. Este es quizás un equipo más amateur pero igualmente el trabajo y la organización es muy profesional.

– ¿Cuándo fue su último año jugando en Uruguay?

Yo dejo de jugar en 2017 en Malvín. No recuerdo si lo terminé o no. Pensé que no iba a retomar el fútbol sala. Había como finalizada esa etapa. Acá me picó un poco el bichito de volver a jugar, tenía algo de tiempo libre, y el deporte fue como una gran compañía, también para conocer gente nueva.

– ¿Dónde se habían dado sus comienzos?

El año 2000, en la sub-17 de Deportivo Maldonado, que se formó para viajar a Argentina y luego empezar en el torneo local. En primera, siendo juvenil, jugué algunos partidos en Bohemios 2002 y Basañez 2003. Por edad fue en 2004 mi debut como jugador de Primera. Los recuerdos son los mejores, con mucha gente que venía jugando de chico y que seguimos en el 2005. Esas dos temporadas habíamos hecho un equipo muy fuerte, muy competitivo, con varios jugadores de selección como Santiago (Blankleider), Martín López, Lalo Fresia, Pablito Ferragut. En el 2005 fuimos animadores hasta la última fecha del torneo, tanto Apertura como Clausura. Ya en 2006 algunos de esa base van para Malvín y terminando saliendo campeones uruguayos. En lo deportivo los mejores recuerdos los tengo de esos años.

– Pero usted toma otro camino, va para Nacional…

Sí, la mitad de ese plantel de Basañez, que se desafilia, va a Malvín y otros vamos para Nacional, que juega las finales con Malvín. Yo estoy tres años en el club, que logramos el título en 2008 en unas finales con Río Branco. En 2009 hago la pretemporada pero no llego a un acuerdo con Garrido (Presidente) y me voy para Juventud.

– ¿Con la selección cómo fue su vínculo en esos años?

Las primeras convocatorias para la juvenil fueron en 2002, para una especie de torneo amistoso. En 2004 vamos al Sudamericano sub-20 y salimos terceros, la única vez que Uruguay sube al podio en la categoría. Después ya empiezo a entrenar, de vez en cuando me citaban, con los mayores dirigidos por César Robido. Después cambian al técnico y llega Daniel Darino, que había estado en Basañez. Clasifica al Mundial en la Copa América de Mercedes (2008), que yo quedo afuera en el primer corte. Ahí estaban los consagrados. Recuerdo que Juan (Custodio) y yo quedamos afuera en ese momento.

– Con el paso del tiempo. ¿le quedó en cierto modo la “sangre en el ojo” de no haber tenido más oportunidades en la selección uruguaya?

La selección es un debe que me quedó un poco, haberla disfrutado más. Cuando yo estaba en mi mejor nivel, que fue del 2004 al 2010 más o menos, no era del paladar del entrenador, que quería jugadores más de experiencia.  En el 2008 cuando asume Gustavo (Sánchez) para ir al Mundial, la base era de jugadores de Nacional por el corto tiempo de trabajo que había. Yo justo estaba saliendo de una lesión grande de rodilla. Me dijo que si me ponía bien físicamente había chances de ir y no llegué al nivel. Me hubiera gustado estar en un torneo de los grandes, una Copa América, un Grand Prix. Trabajar como es ahora, un mes de corrido con un plantel. Siempre fueron citaciones aisladas. Partidos con Brasil, alguna gira en Argentina.

– Y luego recae en Peñarol, justo en 2010 que fue un año especial para aquel equipo. ¿Qué recuerda de esa temporada?

Sí, voy para Peñarol, con un equipo muy juvenil. Recién era el segundo año de Richard Catardo, de Nacho Buggiano, de Gaby Debat. Los únicos de experiencia éramos Nicolás Olivera, el Gallego Huertas y yo. Un plantel muy corto, y Nacional venía del bicampeonato. Era el claro favorito ese año. Y logramos ganar el Apertura y Clausura ganando los dos clásicos. Es el año un poco de la explosión de Richard. Café también ya consolidado en el arco.

– Tras dos años en Universal, luego llega a Malvín, donde en varias temporadas pelean entre los de arriba pero no se les dio…

Desde 2013 estuve en Malvín. Siempre tuvimos equipos competitivos. Pasaron Santiago, Mati Daguerre, Laurino. Había buenos jugadores pero siempre quedamos ahí en la puerta. Recuerdo un par de años de llegar a semifinales, donde perdemos con Peñarol y con Old Christians.

– Deme un quinteto de los mejores jugadores con los que compartió equipo

Ferragut, Richard Barreto, Catardo, Custodio y Blankleider.

– ¿Y los rivales que más le costó enfrentar?

Falcao está fuera de concurso, jaja. Pero los dos mejores que vi y enfrenté fueron Lenísio y Valdín.

– En resumen, desde que conoció este deporte hasta ahora, ¿Qué ha significado para usted?

Llegué al fútbol sala por unos amigos que estaban entrenando en un gimnasio que estaba cerca de casa y fue amor a primera vista. Quedé encantado con el deporte y hasta el 2017 prácticamente no me separé. Pasó a ser parte de mi vida. Los mejores amigos los hice en el fútbol sala. El padrino de mi hija lo conocía en el ambiente. Me ha dado mucho, amistades, conocer lugares. Bueno, el ahora estar acá en España y las ganas de seguir aprendiendo y creciendo.

Sergio en acción en el Casteldefells FS.



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